fábula

¿Y a quién coño le importa su felicidad si sabe que tan solo le queda una pluma y un papel? Y entre 4 paredes blancas finge no estar sola, pero en el fondo sabe que no le queda nada, quizás algo llamado soledad.
Nunca quiso hablar de ella misma, a veces se desgarraba en cualquier esquina donde contaba hasta 10 y luego esperaba que algo cambiara pero el hada del deseo nunca la vino a buscar. Se sentía sola aún estando rodeada y las palabras ajenas aún le hundían más, no sabía explicar su situación. Años atrás juraba ser feliz para siempre, andaba pos las calles comiendo del aire, de la vida, de cada uno de los secretos que se escondía en cada esquina, no necesitaba de nada para ser más feliz de lo que ya era. Se dedicaba a robar sonrisas, a regalarlas, las vendía a buen precio en el mercado.

Ahora tan solo tenía una cama, una mueca mal puesta en la cara con la que parecía ser feliz. Más no lo era y muchos lo sabían.
Decía que no quería depender de nadie pero en el fondo sabía que aquellas paredes no le ayudaban a seguir.

¿Quién le devolverá tantas sonrisas que a tanta gente regaló? Ahora sabe que nadie robará carcajadas como ella lo hacía, que ahora no le quedaban fuerzas, que con el ceño fruncido intentaba olvidar.
Todo se jodió cuando por querer arrancar sonrisas se topó con el diablo que le condenó a nunca más robar, nunca más sonreír y mucho menos reír. Y allí estaba, frente al papel esperando a que alguien recuperara su sonrisa o que alguien la encontrara en el fondo de algún mar perdido, dando vueltas en algún huracán o tal vez en lo alto de la montaña más alta. Su condena era no volver a reír y sería difícil volver a hacerlo.

¿Por qué coño se tuvo que cruzar con el demonio si no hacía ningún mal? Le arrancó sonrisas a aquella gente que parecía que nunca lo hubieran hecho y ahora tenia que sufrir por no haber hecho nada. Ahora se pregunta si fue el demonio quién le dejó si sonrisa, o fue ella misma que se cansó de soñar, que se dedicó a dar de comer a los demás y murió de hambre.